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Métodos para un control sostenible

La mejor manera de prevenir la presencia de micotoxinas en alimentos es evitar el desarrollo de sus hongos productores. Hasta el momento, los métodos más efectivos para lograrlo son los fungicidas químicos aplicados tanto en campo como durante el almacenamiento de los alimentos. Sin embargo, los residuos de estos compuestos pueden suponer graves riesgos para la salud humana y el medio ambiente, habiendo por ello regulado la Unión Europea los límites máximos de dichos residuos en los productos alimentarios. Por tanto, es imprescindible la búsqueda de nuevos métodos de control más sostenibles y seguros para evitar el desarrollo de los hongos y por ende, asegurar que los alimentos estén libres de micotoxinas. En este sentido, el uso de microorganismos inocuos como agentes de control biológico es una de las estrategias más prometedoras.

Nuestro grupo de investigación está centrado en el desarrollo de métodos de control biológico para evitar el crecimiento de los principales hongos toxígenos en campo utilizando dos abordajes: (1) eliminando el inóculo inicial del hongo en el suelo, y (2) evitando la colonización de los hongos en los frutos. Desde hace tiempo, se conoce que el suelo es el reservorio de los hongos toxígenos desde una campaña a la siguiente. Ahí permanecen latentes hasta que pueden volver a infectar la planta en la siguiente temporada de cosecha. Por tanto, si se ataca al hongo en el suelo, se puede prevenir la futura colonización y daño. En estudios recientemente publicados, hemos aislado y caracterizado microorganismos de suelo de viñedos y se ha comprobado su eficacia para el control de los principales hongos toxígenos. El mayor potencial en el control de estos hongos se ha observado en actinobacterias de los géneros Arthrobacter y Pseudoarthrobacter cuya presencia consigue no solo evitar el crecimiento del hongo sino disminuir drásticamente su capacidad para producir micotoxinas (De la Huerta et al., 2022). Por otro lado, la segunda estrategia va dirigida a evitar la colonización de la planta por los hongos toxígenos. En este sentido, es necesario seleccionar microorganismos autóctonos que estén muy bien adaptados a sobrevivir y colonizar ese producto. Hasta el momento, hemos caracterizado la levadura Hanseniaspora uvarum U1 como un potencial agente de control biológico frente a hongos toxígenos en uvas (Gómez-Albarrán et al., 2021).

Por otro lado, otra de las estrategias alternativas de control con mejores resultados es la aplicación de compuestos naturales con propiedades antifúngicas. En nuestro grupo de investigación, hemos evaluado el potencial de aceites esenciales de plantas aromáticas para controlar el crecimiento y la producción de aflatoxinas por Aspergillus flavus en maíz (García-Díaz et al., 2020). La efectividad in vitro de estos aceites esenciales es muy elevada pero su fácil volatilización e intenso olor suponen que se requiera el desarrollo de tecnologías avanzadas para su aplicación en alimentos. Por ello, hemos puesto a punto un método de encapsulación del aceite esencial de orégano utilizando niosomas que permiten una liberación prolongada de los compuestos. De esta manera, se ha conseguido retrasar el crecimiento y la producción de aflatoxinas de A. flavus hasta más de 60 días en granos de maíz almacenado (García-Díaz et al., 2019).

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